Nathaly Solis

Mi nombre es Nathaly Solis Acuña, tengo 21 años de edad y nací en Guadalupe, La Libertad – Perú. Soy la hermana mayor de 5 hermanos, crecí en una familia pastoral cristiana y desde muy pequeña Dios comenzó a tratar conmigo de una manera especial. Desde entonces Dios puso el querer como el hacer en mi vida, ese sentir en mi corazón de alabar a Dios y fue a mi edad de 6 años que empecé a participar en mi iglesia en las alabanzas y empecé a 

amar cada día más a Dios y a comprender que aún sin ningún tipo de preparación lo que Dios anhelaba era escuchar una alabanza que brote de lo más profundo del corazón para Él. Entonces yo entiendo que desde esa edad y en adelante Dios me ha estado enseñando lo que es ser una adoradora en espíritu y verdad. Sin embargo, durante mi adolescencia se suscitaron muchos inconvenientes que quisieron detener el cumplimiento del propósito de Dios en mi vida.

A mi edad de 10 años pasé por una prueba muy dura en mi salud que sin darme cuenta se estaba desarrollando más en el paso de los días. Recuerdo que, llegando al hospital, sin fuerzas para ponerme en pie y pararme firme por el dolor que sentía, me llevaron a una camilla y me empezaron a examinar y lo único que escuchaba es que decían “su caso es crítico” “el apéndice está por gangrenar” “si no logramos operar antes de que culminen las 24 horas, se provocaría una infección generalizada y esos casos han llevado a muchos a la muerte”. Yo me sentía muy preocupada, tenía mucho temor al pensar ¿Que sería de mí después de esta operación?, ¿Regresaré a casa y veré a mis hermanos? ¿Volveré a la iglesia? ¿Volveré a ver a mis padres o esta sería la última vez? Aun así, en medio de todas esas preguntas que tenía en mente, brotó en mi corazón una luz de esperanza y en mi aflicción Dios me recordó que no estaba sola y él cuidaba de mí. 

Ya estando en la sala de operaciones, Dios me permitió ver algo que no esperé ver, pasó que los doctores antes de proceder a la operación se agarraron de las manos y empezaron a orar, al terminar de ver eso, yo me dormí profundamente. Aún así, sé que mis padres vivieron la parte más dura porque no podían verme y estaban a la expectativa de qué sería de mí sin saber lo que pasaba en el quirófano. Pero Dios, su gracia y misericordia permanecieron con nosotros, suplió todo lo necesario y me permitió salir con vida de esa operación aunque el proceso de recuperación fue doloroso, yo duré 15 días con sondas incrustadas en mis intestinos, sin poder hacer nada. Con todo eso doy gracias a Dios porque en mi proceso a mi corta edad me enseñó a ser fuerte, a confiar en su palabra, a esperar en Dios y reconocer que en todo momento Él estuvo conmigo.

Esta experiencia es la que trazó un antes y después en mi vida espiritual y en mi fe en Dios, desde ese entonces yo pasé a otra dimensión espiritual de una entrega genuina a Dios y dedicación por servirle con el talento que Él me dio. A mi edad de 11 años me convertí al Señor y en esa etapa viví una de las mejores experiencias de mi vida con Dios y fue lo que me condujo hasta mi bautizo con 17 años de edad. A partir de allí en adelante no ha sido fácil, me vi frente a muchas pruebas difíciles para mí, pero Dios nunca me dejó sola, permaneció fiel y hoy puedo decir que todo lo que me permitió atravesar en la vida fue necesario para hacer de mí una mujer firme en la fe y pasión por el servicio a Dios a través de la alabanza.

Pertenezco a la Iglesia Primitiva Pentecostés del Perú, sirvo en el área de alabanza y evangelismo juvenil. Cuento con la guía y el apoyo de mis pastores Oscar Solis Quiroz y Sarela Cueva Carranza, como también de todos mis hermanos en Cristo de mi congregación. De la misma manera, cuento con el apoyo incondicional de mis padres y demás familiares y amigos.

En este tiempo, Dios me ha dado la oportunidad de conocer al pastor Juan Diego Santana, quien es productor musical de la productora Aclamad Music. Es un hombre profesional, con mucha experiencia en lo musical, admiro su humildad y dedicación por el servicio a Dios y la formación espiritual y musical que brinda para ser verdaderos adoradores. A pesar de la distancia, que se convirtió en un reto importante, hoy tengo el privilegio de tenerlo como mi buen amigo, mentor y productor musical, junto a él y bajo la dirección de Dios estoy iniciando en el desarrollo de mi carrera musical.

Mi más grande anhelo es poder transmitir a través de cada canción la palabra que Dios pone en mi corazón y a través de ello muchas vidas sean edificadas y transformadas por el poder del Espíritu Santo y el nombre de Dios sea glorificado.

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